Y LLEGÓ MARZO…

Por Carolina Neira Campos

trabajo, revistasoy

Tal vez, como muchas mujeres, estás preparándote para retornar al trabajo, espero que luego de unas merecidas vacaciones.
Como sea, este mes trae consigo una tensión especial, que para muchas podría ser incómoda.
Si le sumamos la compra de útiles, uniformes, patentes, matrículas y un sinfín de responsabilidades, marzo termina siendo el mes más odiado del año para quienes vivimos en el hemisferio sur.

Así, es difícil cultivar una mentalidad de Reino. Tendemos a manejarnos según las corrientes filosóficas y las exigencias sociales. Muchos opinan de lo que hacemos y de lo que no hacemos.

El diccionario nos dice que trabajo es el esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición de capital. Pero, ¿qué es lo que debiera sentir una mujer cuando enfrenta el retorno a su trabajo?

Por un lado, escuchamos a quienes nos dicen que el trabajo es un derecho de la mujer y que podemos tener todo lo que queremos si tenemos independencia económica. Por otro lado, algunos consejeros nos dicen que la función de la mujer está en casa junto a los hijos.
Esto nos confunde, nos acobarda y nos llenamos de culpas.

Ante esta contradictoria situación, no nos queda más que escuchar al que realmente importa.
La verdad la tenemos relegada en el fondo del velador y se encuentra, generalmente, entre dos tapas negras: nuestra Biblia. Dios la inspiró «para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto» (2ª Timoteo 3.16).

Entonces, no se hable más:

¿Qué dice la Biblia sobre las mujeres en el trabajo?
Algunos aseguran que el trabajo es una maldición, pues fue la sentencia de Dios cuando sacó al hombre y a la mujer del huerto. No obstante, dicho comentario está lejos de ser real. Dios mismo ideó el trabajo. Incluso cuando envió maná a su pueblo, debieron recogerlo cada día para su provecho.
Hay varias expresiones donde se entiende que Dios nos bendice con el trabajo y así debemos tomarlo. El sabio Salomón concluye: «Es bueno que la gente coma, beba y disfrute del trabajo que hace bajo el sol durante el corto tiempo de vida que Dios le concedió, y que acepte su destino.» (Ecl. 518)

La historia de Lidia y el trabajo

Podemos considerar algunas sabias lecciones de esta mujer, aunque no se habla mucho de ella. Lo que se sabe es que, como muchas mujeres de la época, trabajaba para sustentarse, vendiendo telas finas. Cuando Pablo la conoció, estaba reunida con un grupo de mujeres orando y cantando. Dios abrió su corazón y luego fue bautizada junto a su familia. Después de eso, invita a Pablo y los demás a ser huéspedes en su casa. La conversión de Lidia marcó el comienzo de la iglesia en Filipo.

Revisa estas enseñanzas:

  • No te culpes por salir a trabajar, considéralo una bendición.
  • Reúnete con los grupos de tu comunidad cristiana. Serán tu soporte en tiempos difíciles.
  • No olvides la hospitalidad y que la generosidad te preceda.
  • Recuerda que el secularismo es una herencia de los griegos, que considera lo secular como malo y lo religioso como bueno. Pero Dios no separa tu vida. Eres una sola y Dios siempre está a tu lado. En el trabajo, sigues siendo embajadora y como tal, un modelo a seguir. Considera el impacto que puedes llegar a ser en tu entorno laboral.

TOMA NOTA:

  • No nos presentemos como necesitados sino como bendecidos. (Mateo 5)
  • Éxito es alcanzar el propósito para el cual fuiste llamada. (Ro.8.28)
  • No pienses como el mundo. Cambia tu forma de pensar (Ro.12.2)
  • No te envanezcas con las cosas pasajeras que llevan a la muerte (Ro.8.6)
  • No recojas migajas al lado de la mesa del rey. Siéntate a su lado y disfruta el banquete. (Mateo 22)
  • Nuestra condición es temporal, pero nuestra herencia es eterna. (Sal73.26)
  • No veas los montes como obstáculos sino como oportunidades. (Deut. 8.7-10)
  • Haz todo con amor, como para nuestro Padre. (1ª Co. 16.14)
La próxima vez que te levantes a trabajar, recuerda que Dios va contigo, te toma de la mano y te lleva a lugares de bendición, para ser de bendición.

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Soy madre de Bárbara y Cristian, ingeniera y docente universitaria. Amo la música, escribir y estar en contacto con otras mujeres. Pero por sobre todo, soy una mujer restaurada que ha conocido el amor incondicional del Padre y quisiera compartirlo con ustedes.